PASSADES MÀGIQUES
Con con el correr del tiempo he llevado máscaras. La primera fue la de un cura mestizo al que mataron los indios en América, pero antes fui Indio, un curandero para mis ancestros. Invocaba a mis Dioses por las enfermedades de los hombres y los enojos de la tierra. Después tripulé, junto a muchos, el gran mounstruo de madera que caminaba sobre el mar y allí acabó nuestra historia, dejaron nuestros cuerpos como regalos para los peces. Los otros regalos iban para otros, a un lugar en donde se pone el Sol, de donde vinieron estos Dioses Infernales.
Nuevamente supieron de mí, la Iglesia me persiguió en mi tierra al saber que hablaba con los muertos y dominaba los elementos, huí y me salvé de sus manos.
He pululado por México, por el Perú y allí ví al gran general, al gran guerrero indio partirse en cuatro y después nadie vió cómo nos apagábamos en la hoguera.
En plena conquista no pude liberarme del nombre que me pusieron, era un hijo más de los cien, de un tal Rodriguez, casta española. Se acabó la lucha pero continúa en la sangre.
Con con el correr del tiempo he llevado máscaras. La primera fue la de un cura mestizo al que mataron los indios en América, pero antes fui Indio, un curandero para mis ancestros. Invocaba a mis Dioses por las enfermedades de los hombres y los enojos de la tierra. Después tripulé, junto a muchos, el gran mounstruo de madera que caminaba sobre el mar y allí acabó nuestra historia, dejaron nuestros cuerpos como regalos para los peces. Los otros regalos iban para otros, a un lugar en donde se pone el Sol, de donde vinieron estos Dioses Infernales.
Nuevamente supieron de mí, la Iglesia me persiguió en mi tierra al saber que hablaba con los muertos y dominaba los elementos, huí y me salvé de sus manos.
He pululado por México, por el Perú y allí ví al gran general, al gran guerrero indio partirse en cuatro y después nadie vió cómo nos apagábamos en la hoguera.
En plena conquista no pude liberarme del nombre que me pusieron, era un hijo más de los cien, de un tal Rodriguez, casta española. Se acabó la lucha pero continúa en la sangre.
Piso estas tierras lejanas, para la mirada de mi gente. Recorro sus lugares y en las callecitas de la antigua ciudad he descubierto que hay ecos de gritos americanos.
Visito Monserrat e invoco a la luna jo soc el teu fill qui arriba aquests llocs per a trobar la seva ànima; aqui estic mare meva, caminant novament, pero hoy no tengo más recuerdos ni el poder de antes. Sólo sé que ya no hay más tormentos, ni cadenas, ni temor y es por eso que vengo a llevarme lo que me pertenece: un futuro mejor. Mi única arma, de conquistador, es poder usar mis manos para hacer pases mágicos como en el pasado.
Visito Monserrat e invoco a la luna jo soc el teu fill qui arriba aquests llocs per a trobar la seva ànima; aqui estic mare meva, caminant novament, pero hoy no tengo más recuerdos ni el poder de antes. Sólo sé que ya no hay más tormentos, ni cadenas, ni temor y es por eso que vengo a llevarme lo que me pertenece: un futuro mejor. Mi única arma, de conquistador, es poder usar mis manos para hacer pases mágicos como en el pasado.
Eduardo A. Romano
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