miércoles, 22 de diciembre de 2010

Primera Conversa amb el poeta

Cae el agua negra en la taza y con ella se condensa lo que fue hace un tiempo el hablar de los escritores. Es el último, y está aquí a la orilla del bar, mirando la calle caminar y transcurrir igual que sus años.  
La tarde se adentra por la puerta, y comenzamos a hablar de cómo la vida nos va metiendo en su saco. Maestro, que significa escribir. Hizo un leve movimiento de labios pero no esbozó ninguna palabra, se detuvo un momento para repensar la respuesta Escribir es vivir mi amigo. Ahora salen tantos changos jóvenes y no tan jóvenes; catedráticos, investigadores... tratando de hablar de literatura en base a teorías, incluso se toman un vino y creen que se han vivido y experimentado todo. La escritura, lo que yo considero escritura, no es eso. Parece que la moda es hablar un poco del margen también;  bueno entre amigos nomás, digamos; cómo es hablar de la orilla que creo que sería el término correcto... y como te decía... creen que hablando de la orilla están transgrediendo algo. Mientras trato de beber el café y sus palabras, espero que ese instante se meta más en mi cabeza y se quede como sellado. Traté de arrebatarle a mis pensamientos una pregunta para hacerselá a mi amigo y poeta, incluso esgrimí un tu en el trato (un vos) No creés que tienen derecho a pensar así, que lo tenemos que poner todo en tela de juicio y que si nos trasladamos a otro ámbito en el análisis podemos encontrar respuestas? Removió un poco el cortado, y lo acerco a su boca para bebérselo de un trago como si bebiera un buen vino. Claro mi amigo, en la escritura siempre está la búsqueda de esa palabra justa, no hay preceptos que valgan y si algo esta establecido hay que dudar de ello. Pero lo que no se puede hacer es criticar sin fundamento. Las vanas críticas no construyen nada ni tampoco destruyen, son pura charlatanería y es puro sofismo con el perdón de los sofistas. Siempre había pensado que los escritores eran seres a los que nunca se los podía contradecir pues pensaba que eran  los poseedores de la verdad. Entonces maestro sino tenemos reglas para escribir todo vale hoy día. Masticó un poco antes su respuesta y dijo No chango, todo no vale en la literatura. Por supuesto que cada uno es  libre de escribir como quiera pero hay que tener en cuenta que esto no es un cuento de niños; debemos sacarnos la máscara que nos pone la sociedad, las instituciones, la cultura, debemos saber interpretar el mundo en que vivimos solamente por salud mental, que no nos cierren la cabeza y nos den todo como preconcebido...  la escritura nos debe hacer reflexionar. Eso lo había escuchado ya antes Entonces deberíamos ir pensando en que lo que ahora tenemos como escritura en nuestro contexto es algo que se puede remover? En eso vino el mozo nos trajo un poco de soda y le dije que era mejor que trajera un par de cervezas, para ir calentando el ambiente. Sí lo difícil es escapar a toda esa ola de escritos que pululan por las librerías, novelas como las de Reverte, Dan Brown, Ken Follet... que no hacen más que responder a una clase de público.. que busca pasar bien el rato con aventuras o búsquedas de enigmas y que se yo tanta historia... novelas que desde hace muchísimo se escriben... no leíste Sandokan?... el Conde de Montecristo?... y si querés ir más atrás podés hacerlo. Cuando el maestro decía esto a mí se me venían a la memoria las historias de las revistas Intérvalo... Nippur, Gilgamesh el inmortal y hasta Condorito... en mi último viaje por esas cosas de las primeras lecturas me compré una revista Condorito e intentaba poder reírme como en aquellas épocas pero no tuvo efecto. ¿Acaso los mismos escritores de aquí se han leído algo, leen a sus coetáneos aunque sea por amistad? ¿podés preguntarles? ... si seguro que hay excepciones...La tarde ya no existe por las calles, ya no se ve la vereda del bar ni la plaza; sólo las luces de los focos. El mozo regresa de nuevo...ya con un par de copas de coñac... entonces empezamos a hablar de cosas triviales... de los amigos en común, del último clásico, de esta política asistencialista y tercer mundista que tenemos, aunque aquí la podríamos llamar feudal o caudillesca.