sábado, 3 de julio de 2010

EL FUEGO

Es la noche de los petardos y las humaredas inmensas en todos los puntos de la ciudad, la gente comienza a buscar su sitio para la celebración; el barrio arropa en sus esquinas esqueletos de camas, restos de mesitas de luz, placares viejos y todo lo que sea inservible va a parar a la gran fogata.
Los chicos corretean entre los ruidos de los cuetes y el vuelo de las cañitas voladoras (parece fin de año pero no lo es); los grandes brindan a mansalva con sus vasos de plásticos y se cuidan, una vez acabado el líquido, de tirarlo al basurero que hay en todas las esquinas.
El hombre observa y piensa en ir a la playa para esperar a las doce; quiere ser el primero en saltar sobre el fuego para quemar las miserias por tres veces y después limpiarse en el mar y así tener buenas nuevas durante todo este año, hasta que llegue nuevamente otro Sant Joan.
El hombre continúa observando y ahora escarba un poco más en sus pensamientos trata de sacar de algún lado las imágenes... y ve chicos, changuitos, pendejos que andan corriendo por las calles del barrio Maravilla, acercándose a un fuego inmenso que hay en la esquina, los tatas traen troncos y ramas para avivar aún más las llamas. La fiesta del fuego también se está haciendo dentro de él y de repente se acerca un chaval y le dice bona nit, aquest carrer és entença, el hombre se sitúa y afirma si, aquest és entença. On són els teus pares, sisplau veu amb ells. Después gira sobre sus tobillos y se confunde entre las risas, los llantos, la transpiración de la gente.