VALKIRIA
Detenés
el carro guerrero
y dejás de lado el casco inspirador;
mirás abajo
y arrullás
para adentro
al ser que te habita.
No hay guerras
ni frios.
Sostienes
con tus ingles
al globo misterioso;
sentís la sangre,
se multiplica,
y entonces el número es dos
antes
las dos espadas
dos laureles
ahora eres
doble piel y pulso,
y cuando llegue la hora
el agua abrirá tu puerta
y en ese diluvio
dejarás
una nueva vida
a la intemperie.
I
Él,
del otro lado,
te tiende la mano
y amamanta
la leche visceral,
escucha tus latidos
y te pare madre.
sábado, 15 de diciembre de 2012
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