Amores y polvos imposibles de María de los Ángeles Espinosa nos da una muestra de lo que es el interior y las emociones de una persona.
A la poeta en este libro la encontramos totalmente descarnada en el ámbito en donde el querer nos deja indefensos, de esta manera parafraseo un verso de mi amigo J.R.Vera que dice /tristes somos más indefensos/, y por qué el querer nos deja indefensos, la poeta dice: / aunque tu ser me acompañaba/ ya no estabas/ La pena fiel, se sentó a mi lado/ y alguna vez escribió Arthur Rimbaud /Senté a la belleza en mis rodillas/ y la sentí amarga, y la injurié/. Estas son las imágenes de la desolación porque a pesar de haber vivido con creces siempre el "no basta" son las palabras que surgen." El no basta" nos está diciendo que podríamos haber disfrutado, querido y vivido más. Esto es hasta el punto de querer estar todo el tiempo con el ser que se ama.
Las sensaciones menos pensadas, como por ejemplo el juego de la transpiración erótica es algo que llevamos encima sin darnos cuenta pero aquí la poeta no deja pasar y escribe /cometí el sacrilegio de meterme a la ducha/ Llorando,/ tuve que dejar partir /los últimos rastros que quedaban de vos/ , últimos instantes que amargamente deja escapar.
La sin razón de la ausencia de eso que se quiere mucho y que es vital para la vida de sí pero que para el mundo no significa nada, la poeta dice /todo dejo de existir y todo sigue vivo.
El deseo recorre el texto poético y sus condimentos son los versos que contiene. El seudónimo que utiliza la autora es sólo un elemento más para llevarnos al terreno del deseo textual de su lectura, Gualicho rojo dice /Y yo te espero /sentada/ Desnuda/ El calor me viste. El gualicho es la pócima que alucina, que desbarata y quema los sentidos.
El lector desandará las páginas de este libro por dos caminos, el primer camino nos lleva a degustar las imágenes que dibujan el amor, el segundo camino nos lleva a ser cómplices de la autora por las emociones que expresa y que en el fondo son las emociones de todo ser.
La Cocina de Gómez es fiel a lo que considera la buena literatura y este libro es un buen ejemplo de ello; sin caer en falsos elogios digo que este libro es búsqueda y encuentro, lluvia e intemperie de las palabras para nombrar algo que muchos podríamos decir que es el amor, el vivir plenamente, la guerra o la soledad.
Eduardo Atilio Romano