lunes, 24 de mayo de 2010

LA VENTANA

A través de ella escucho gritos recortados, es una ventana que me lleva a esos laberintos que tiene la mente. Imagino un día afuera de esos muros, muros que están contenidos en esa imágen.
El grito, aunque no lo vea,  sale e invade mi cuerpo y puedo sentir las voces dentro, deambulando por mi cabeza, golpean la puerta del cerebro para poder recordar; pero nada. Nada hay más que esa luz en el techo, una luz apagada, inerte y maldita. Pero está ahí indicándome que no quedó en el olvido, que existe y que quiere seguir cabalgando en los pensamientos.
Desde otra perpectiva observo muchas luces en línea, aunque la noche ya pasó por ese lugar sigo teniendo miedo y estupor. La foto me devuelve el ojo del que alguna vez la vió, me mira insistentemente preguntándome por la gente dueña de esas luces. No hay respuestas para semejante pregunta del pasado, y me alejo.
Abandono mis pensamientos, la luz, la hilera de focos de esa sala inmensa.
El campo de refugiados, de concentración, el loquero, la soledad, el hastío, la aniquilación quedan atrás.