domingo, 26 de julio de 2009

RELATO DE UN VIAJE



PORTE CLIGNANCOURT
a París
Lo haré, esbozó. El hombre se dispone a tomar el último tren, el que lo llevará nuevamente a la puerta de su casa. Mientras baja observa subir a esos entes dormidos, locos traídos del ritual diario. Suena una música que no alcanza a reconocer, algo melódico que se le mete en la piel, tararea su ritmo con la cabeza. No mira a la gente irse, le asustan sus ojos y sus pensamientos porque él sabe lo que piensan.
Alcanzó el último escalón que lo deja a los pies del túnel, las vías están exhaustas del trajín y a pesar de ello adormecen entre sus brazos a restos de papel, yogures y algunas ratas.
Continúa tocando en el subsuelo Johny o Charlie Parker o como se llame, lo importante es que la música sigue endulzando los poros y él la persigue hasta el final del andén donde se ve una luz solitaria, antes de que aparezca ese último metro que lo llevará a su antigua morada. Espera completamente solo, aislado del ruido exterior de voces. Continuamente se pierde en lo profundo para intentar ver algo pero nada; solamente la música de Johny lo acompaña. El suave compás de blues adormece los demonios y sigue a la espera, ahora de pie junto a la barranca al frente de la via. También se olvida de que alguna vez salió del Barrio Maravilla, de que jugó con los chicos a la pelota, de lo verde de aquel tiempo; ahora susurra ya nada importa, la tempestad la tengo adentro. De pronto siente al ruido arrastrarse desde el fondo del túnel, la máquina hace su último viaje y da su pitido final para despedirse del día de trabajo. El hombre da un salto, y se acomoda transfigurado en el último asiento del fondo del vehículo. Y así, recorre desde el Sur todas las estaciones; mira la 9 julio pensando en tomar para Diagonal Norte más adelante pero no, decide su camino a la Monumental porque quiere sentir una vez más el fragor de los toros muriéndose por meterle los cuernos a esos trajes de luces. El los había visto morir y salir victoriosos, indultados. Por esos días se ganaba el tiempo con unos acordes que le permitían imaginar la noche de gala de algún concierto, soñaba con carteles inmensos con su foto y nombre y también entrevistas y tantas cosas. Mientras, sólo gesticula unas palabras para adentro esto es parte del camino.
Siente el frío del verano; ya ni la cerveza, ni el whisky, ni el volar hacen efecto. No mantuvo en posición el instrumento, las entumecidas manos se olvidaron de cargarlo y lo dejaron atrás a la intemperie. El aire le carcome por dentro y la música de Johny continúa. Ya está llegando a la siguiente estación en Saint Michel, y allí a oscuras el vehículo se detiene, como sosegado por el hollín y la historia. Siente el miedo, la aniquilación, es un gusano ciego que busca la salida. La máquina, entonces, pasa lentamente por sus respiraderos bohemios y observan juntos a otros que no toman el tren pero que están en la vía, abandonados, durmiendo quizás su último sueño; él sigue desmenuzando, persiguiendo el pasado para poder vivir el ahora para siempre. El viaje inevitable lo lleva a la porte clignancourt, allí volverá a transitar los hoteles argelinos, a oler el curry mezclado con la lluvia de marzo y saciará la sed con la cerveza. Después, sacará nuevamente su guitarra y cantará coplas en tono francés. En este lado se apagan las luces para él.

 

miércoles, 22 de julio de 2009

Videoconferencia de la presentacion del libro Qosqo

En este enlace adjunto podrán escuchar algunos poemas. http://www.youtube.com/watch?v=eSuZqJmqd7o
muchas gracias.

Eduardo

POEMAS DEL LIBRO QOSQO

PUPIL-LA
 
 
Nada se escapa,
veo
el batallar de tus pupilas
sin fondo.
 
Tomarás todo lo que quieras:
absorto quedo en el campo de batalla.
 
 
  
RITUAL
 
 
 
Hice por última vez el ritual
para poder embarcarme
y ofrecerme a los dioses.
 
Sé que me llevan
a otras tierras
para labrarla
para ser su abono.
 
 
 
 
EL VIATGE
 
El viaje me lleva.
Atrás,
la serpiente
la copla
y el lamento de los amigos.
Las noches aprisionan
y en la sima
no hay peces
ni tierra firme.
Antes de llegar
me libero;
el peso del hierro ya no duele
el sable conquistador ya no lastima.
 


RESPIRACIÓ
  
El oro se mueve de un lugar a otro
busca respirar,
el ahogo
le entra por los ojos.
En el fondo
de la barcaza
nadie lo escucha
ni lo ve desangrarse.



 
CARNESTOLTES
 
 
El carnaval ya se ido;
navego sobre estas aguas tronadoras
con el miedo a cuestas
y pienso si en algún instante
tocaremos lo profundo
para unirnos a la tierra.
 
 

EL BRUIXOT
 
Yo soy el brujo
el hechicero
el chamán:
 
El que ve
por el Ojo de Dios.



REIAL
 
 
Otra vez
estoy aquí
 
zurqué el Real Mar
 
para llegar a esta orilla.

 
Hoy no me postré.
Ni traigo dulces.



 
MOVIMENT MECÀNIC
 
 
Traigo
el suave perfume
del viento blanco
su columna al aire,

también canciones
danzas de mis abuelos
los chamanes
del Orinoco.

La cruz
el hierro
el movimiento mecánico
de los hombres
no nos sirvieron de nada.


Poemas extraídos del Libro QOSQO, suri porfiado, Bs.As., 2009.
 
 

 
 
 
 
 

QOSQO (Poemas), editorial el suri porfiado, Bs.As.

Este libro titulado QOSQO fue impreso por la editorial El suri Porfiado. Lo presentaron el 1 de Julio de este año en el Centro Cultural de Cooperación, Sala Solidaridad, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Tiene un Prólogo de Bob Gurney, escritor inglés y un comentario del libro del escritor catalán, José Antonio Arcediano. Los cuales transcribo a continuación.


PRÓLOGO
 
Qosqo describe un recorrido, un doloroso viaje. El punto de partida es el Nuevo Mundo, en el Cuzco. El título del libro subraya la raíz Inca del poeta. Nos enteramos al comienzo del libro que el poeta siente que está perdiendo su identidad. Su amor, y se sospecha, su vida se han convertido en rituales.
Se pone en marcha con la idea de la fertilidad en tierra extranjera. Esta es de habla catalana. En el viaje percibe que se está desvinculando del colonialismo, de los efectos que éste ha tenido sobre él. Irónicamente dice que el oro que lleva en un diente puede haber sido sacado de sus ancestros.
Huye al Nuevo Mundo, el cual es, en efecto, el Viejo Mundo. Aquí, también, tiene problemas. Llega en el momento en que acaba de terminar el Carnaval. Se traslada de un lugar en donde el terreno está impregnado por la cultura Inca, el norte de la Argentina, a un poblado imbuido, en la superficie, por el folklore catalán. En cierto modo le es familiar.
Se siente un hombre libre cuando llega. No dobla las rodillas y tampoco se presenta acompañado de regalos. Encuentra a un chamán que ve a través del ojo de Dios. No obstante, este nuevo mundo (para él) es inhóspito. Todo tiene algo de monótono, hay una igualdad que lo excluye. Comienza a encontrarse a sí mismo y establece su identidad en oposición a esta nueva realidad externa; no está tan seguro de que la gente de este nuevo mundo sepan quienes son:
¿Vosotros sabéis
Quiénes sois?  
El Inca en él se impone en cómo ver las cosas. Este descubrimiento o redescubrimiento, de quién es realmente, se dilucida por lo que experimenta al mirar los aros de oro en las tiendas. En ese viaje se descubre. Oye los gemidos de sus antepasados cuyo sufrimiento construyó España. La imagen de una cruz en un cráneo en un museo le recuerda cómo su cultura subyacente se caracterizó por la colonización. El poeta está a una distancia de todo esto: no tiene callos en las manos pero sigue oyendo los gritos de las víctimas dentro de su cabeza. Su definición de sí implica sentirse conectado a los chamanes de la cuenca del Orinoco. La idea de mago o vidente, desarrollado por Rimbaud, se hace referencia cuando dice que él es un descendiente de los chamanes pero luego se traslada a la noción de la libertad de los hombres (el noble salvaje Rousseau) conceptos que contrastan con el hierro y el movimiento mecánico del mundo industrializado.
Su reacción a la figura de Colón de pie cerca del mar en Barcelona, señalando con el dedo, es que tiene la sensación de que Colón todavía sigue siendo prejudicial para America Latina, que sigue causando dolor en sus entrañas (la opinión de Galeano). Es como si, para él, el espíritu de Colón, precursor del colonialismo, todavía está vivo. Siente que el lugar es una amenaza y que él, el poeta, ha olvidado su pasado, y que lo que tiene entre sus dedos no es nada. El Viejo Mundo, su nuevo, nada le ha dado. Incluso el acto de escribir se asocia con el dolor.
La imágen sorprendentemente surrealista de un gigante con alas que come, como un caníbal, los huesos del poeta, bebe su sangre y vomita su futuro, relacionado con los gigantes de Montserrat, describe sus sentimientos religiosos a nivel de su ser “castillanizado”, así como sus sentimientos políticos como ser colonizado.
Este es un poderoso libro en el que el poeta aborda el tema esencial de la identidad. Trata de un viaje físico, desde una tierra, una vez influenciada por los Incas, a una ciudad situada en la antigua (y quizás todavía activa) potencia colonial. El poeta dibuja la trayectoria entre los departamentos de Cuzco a Barcelona.
Es también un viaje ontológico. Se traslada de una situación asfixiante, en un sentido, y en este proceso llega al conocimiento de su núcleo vital Inca o antigua sabiduría espiritual. La soledad de la persona en su sufrimiento y una cierta aceptación de cómo son las cosas resumen la posición final de su libro.  
Uno siente que el ejemplo de César Vallejo, con su profundo cuestionamiento religioso, no está nunca muy lejos de la mente del poeta. Se puede vislumbrar al poeta peruano sentado en ese banco del patio familiar en Santiago de Chuco, tranquilamente, tal vez irónicamente, por lo menos estoicamente observando a Romano. Después de todo, él, Vallejo, había hecho el mismo viaje.
El estilo del libro es minimalista y efectivo. Sustantivos y verbos llevan el marcado sentido del poeta. Los adjetivos se utilizan sólo con moderación. El poeta comunica su mensaje con fuerza y con una claridad refrescante.
Como se ha señalado anteriormente, el poeta se ve caer en una profunda Sabiduría Inca, que él considera existir, en un momento, como una base, dentro de él. El libro termina con el afloramiento de esa sabiduría:
De las cosas de esta vida
una tan sola es verdad
la pena de cada uno
que no saben los demás.
El poemario finaliza así con una nota de calma. El poeta encuentra enterrado el consuelo de la sabiduría del norte de la Argentina. Esa sabiduría sale de su interior, y se expresa en lo tradicional, la copla popular, y en la lengua del colonizador. Ahora no hay sugerencia de sentirse asfixiado por lo impuesto, por la cultura de la superficie.
 
Robert Gurney
Londres, Enero de 2009 (Prólogo y traducción)




MIRANDO AL SUR
"En medio de su cuerpo
crecen olas lamiéndolo y quebrándolo."
Héctor Viel Temperley
 
Enrique Molina escribió que la poesía
–cuesta aprenderlo- relata sucesos igual que la
novela o la historia. Pero lo hace desde la raíz, en
el foco de una experiencia esencial que rescata de
cada cosa su incandescente totalidad.1 Esa
totalidad, en la poesía de Eduardo Atilio Romano,
abarca un acá y un allá, a la manera, tal vez, del
Cortázar de Rayuela, y abarca también el espacio
que comprende la distancia entre ambos extremos,
un espacio que es inmensidad, que es peligro, que
es la brutal soledad de quien se halla inmerso en la
travesía. Así, origen, tránsito, destino se funden
conformando un todo que es biografía, pero que es
también imaginería, iconografía, motivo visual para
adentrarse en otro océano tan complejo como el
que divide dos continentes: océano poético, travesía
lírica de un escritor de versos que puede ser, en
cierto modo, nómada y solitario como Viel
Temperley, pero que no emplea el agua, tal el caso
de éste, como elemento de canalización hacia Dios
(ni aún tratándose de un dios a través del cual

buscarse), sino que la convierte en medio para
buscarse y hallarse a sí mismo, sin la mediación de
la trascendencia. El planteamiento de Romano es,
por tanto, humanista, de un humanismo crudo y
despojado, que remite, de nuevo, a la enorme
soledad (esta vez metafísica) de la travesía.
En su último libro de poemas hasta la fecha,
Estrecho mar, nuestro poeta utilizaba la metáfora
del océano como vasta línea divisoria y, al mismo
tiempo, como nexo de unión, como enlace entre
una orilla y otra, y como punto de apoyo clave en la
dialéctica pobreza / riqueza, pasado / futuro,
negación / afirmación, oscuridad / claridad,
valiéndose de una escritura que presenta en dosis
equilibradas la expresión de la palabra y la
expresión del silencio, elemento éste
imprescindible en el poema, pues oxigena la
concentrada lírica de la que hace gala nuestro autor.
Pero Qosqo, que mantiene y perfecciona el canon
estético de su antecesor, da una vuelta de tuerca
más respecto a aquél, pues nos muestra al “yo”
poético rememorando la aridez de la travesía, pero
nos lo presenta también tomando posesión de la
tierra prometida, esa Europa ansiada por todos los
que se lanzan al estrecho mar y que se muestra
indiferente, esquiva e incluso hostil con la mayoría
de ellos. El personaje poético de Qosqo realiza una
maniobra de aprehensión del lugar de destino, y
entre el extrañamiento y la perplejidad del recién
llegado, empieza a dar muestras de esa toma de
posesión, de esa integración que deviene condición
indispensable para quien ha emprendido la aventura
de atravesar las aguas en busca de oportunidades.
No resulta extraño, por tanto, que Eduardo Atilio
Romano formule los títulos de los poemas que
conforman Qosco en catalán, como muestra de esa
aprehensión del lugar de destino a la que antes
hacía referencia, como evidencia de la seguridad y
familiaridad con las que el poeta se va
desenvolviendo en la Barcelona de nuestros días y,
si se me permite, como síntoma claro de su
apreciación del enorme potencial poético de la
lengua catalana, que el autor incorpora desde ya a
su universo lírico como una influencia latente que,
sin duda, obrará su progresión en un futuro no muy
lejano.
Pero esa toma de posesión no implica ni
renuncia al origen, ni abandono de su identidad, ni
desmemoria. Contrariamente, allí donde la
sensación del origen y de la travesía empieza, de
algún modo, a diluirse, alcanza la memoria, como
hecho intelectivo, para reemplazarla. La memoria
es, empero, infinitamente más poderosa:
redimensiona la amplitud de la sensación y le
otorga un poder simbólico de una potencia
abrumadora, porque nace del interior del “yo”,
convirtiendo lo meramente sensitivo en verdadera
emoción. De ese modo también la geografía del
destino incita al juego de las analogías, y Qosqo
(voz quechua que podría traducirse como el
ombligo del mundo, pero también centro vital de la
energía corporal donde residen los sentimientos, y
de ahí el humanismo al que hacía alusión más
arriba, pues el centro del mundo radica en el
interior del individuo) deviene Torna Qosqo entre
las piedra mágicas de Montserrat, donde el “yo”
poético continúa labrando su identidad, ese todo
que acoge en su seno al yo del origen, al del
tránsito y al del destino, un destino que sigue
siendo tránsito, porque ni la sabiduría de los versos
ni la inteligencia de su hacedor pueden prever a
ciencia cierta lo que deparará el futuro, y porque
ningún ser humano –menos aún el nómada, el
exiliado- puede vencer definitivamente su
desamparo y su angustia existencial ante un mundo
que le niega tanto como le afirma.
De regreso a las palabras de Enrique Molina
con las que iniciaba esta breve introducción, y a la
experiencia esencial que rescata de cada cosa su
incandescente totalidad, observamos que en los
versos de E. A. Romano esa totalidad se bate
dialécticamente con la escisión que anida en el
interior del “yo” poético. Toda dialéctica, para ser
fructífera, necesita resolverse en algo nuevo,
distinto y ontológicamente superior a los términos
que lo ocasionaron. En este caso, la dialéctica da
como fruto un sujeto más rico en su bagaje, más
completo en su comprensión, más sensible al
conocimiento del “otro”, precisamente por haber
alcanzado un mayor conocimiento de sí mismo.
Antes de poner el broche final a Qosqo
recurriendo a los versos de una copla de las que
acostumbran a cantarse en tierras de Salta
previamente a la apertura del Carnaval, durante el
Jueves de Compadres, el personaje de Romano
reafirma su posición, mira al sur, mira a los otros y
se ve a sí mismo. Se ha hecho ya parte integrante
del paisaje. Se sienta y escancia el vino agridulce
del recuerdo, en un ritual que le hace más humano,
más catalán, más salteño y más poeta.



1 Sobre Carta de marear, de Héctor Viel Temperley. Citado
por Julio César Galán en Aprender a nadar: la poesía
samurai de Héctor Viel Temperley. Cuadernos
hispanoamericanos, 695, p. 95 – 100, mayo de 2008
.


José A. Arcediano barcelona, marzo de 2009

 

martes, 21 de julio de 2009

CARTA

Hoy es un día triste

trato de escribir

todo el calor.

Sé que a lo mejor no pueda

verles sonreir

tampoco ver

cómo le pegan a la pelota

con el resultado en Contra.

Y que esta noche

tienen miedo de estar solos

por que hay muchos muchos DUENDES.

lunes, 20 de julio de 2009

Este libro fue publicado en Nerja, Málaga, en Enero del 2006.
Editado por la Asociación Cultural, La aventura de Escribir. La Ilustración de portada e interiores realizada por el escritor Santos Vergara. Diseño interior por el autor del libro.
Prólogo del poemario a cargo del poeta Carlos Juarez Aldazábal(Buenos Aires) y un comentario del poeta Ricardo Sanz de la ciudad de Nerja.
Este libro fue presentado en Salta, en febrero del 2006 y la presentación la hicieron el poeta Carlos Juárez Aldazábal y la Lic. Susana Rodriguez de la Universidad Nacional de Salta.

Algunos poemas

RELATO

Al otro lado de la orilla
la serpiente emplumada
reza al Dios Cristiano:
Cuídalo
te lo encomiendo
ahora está en tus dominios.
Sé que cruzan tus fronteras
manos negras
muchas manos
y sé de muchos ojos blancos
cruzando
flotando en las playas.
Soy culpable
de que piensen diferente?
de que quieran partir a la madre?
de que busquen el ruido de otras tierras?
Te lo ruego
enséñale a volar
a comunicarse con el otro mundo
a sortear tempestades
a jugar con el carretel del olvido.
Muéstrale que su rodillas
se comerán las carnes en las caídas,
y míralo
su frente limpia como las cartas.
Padre, recuérdale, cuando esté dormido
que la torta de la abuela
lo espera
totalmente ducle
totalmente ángel,
que las calles del barrio maravilla
sienten sus pasos todavía
y que en el fondo de la casa
lo espera el árbol de frutas mágicas.


MARINEROS

Cargamos esperanzas
demasiadas esperanzas
y comenzamos el viaje;
a mitad de la noche
ahogamos los sueños
cien marineros.


LA PLAYA

Mi niño
no llores
ya pronto llegará el pan
la leche
la madre con su dulce en las manos.
Duerme
mañana
el mar nos dejará desnudos
en la playa.

LA TIERRA PROMETIDA

La barca
todavía
busca su norte
la tierra prometida;
mientras tanto los hombres
encuentran
lo hondo
lo profundo.


ESTRECHO MAR

Se la ve en el horizonte
mecerse de un lugar a otro,
las olas de repente
la agitan;
al otro día
sólo se ve cruzar
el estrecho mar
algunas botellas
de agua dulce.



EL MIEDO

No mires el agua
hijo,
pronto
cuando pasen las estrellas
te abrazaré alegre
se acabará el mar
y el miedo,
solo mi beso
te inundará
la cara.


LA ULTIMA CANCIÓN

Mientras navego
en mi barca de papel
digo
Madre espérame
con tu abrazo de arena
en las playas de Tarifa,
no te olvides de llevar
la última canción de cuna
y el olor a tierra en tus ojos
lo quiero
aunque me encuentres solo
golpeando
rameando mis pies
sobre la arena.


EL AHOGO

La madre toca su sol naciente
y dice:
No temas hijo
que el agua
y la sal
son partes de la vida;
y así
cruzaremos el estrecho.


II

Madre muéstrame la luz
el olor a tierra
Nueva;
no ahogues
mi salida.


III

Comprende hijo
que para ver el sol
es necesario
volar por encima del gigante
y dejar la última
gota de sal
en los pulmones.



Poemas extraídos del libro Estrecho Mar, año 2006.

domingo, 19 de julio de 2009

Esta es una plaqueta de poemas, fue publicada en el 2002 edita-
da por colecciones veredas. La ilustración de tapa estuvo a
cargo de Silvia Katz, diagramación y cuidado de Gustavo Rubens Agüero.
Colecciones veredas fue declarada de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura de Salta, Resolución Nº 141/02 y de Interés Cultural por la Municipalidad de Salta.
La presentó Gustavo Rubens Agüero en la Sede del Imaginero en la ciudad de Salta.
Algunos poemas:
PIQUETE
Hoy el camino está cortado
y una larga caravana grita la escasez
de la mesa y el abrigo;
el niño al frente
sangra sus horas perdidas
el abrazo que no será
en el día del Padre.
El diablo
está entre nosotros.
A CARA O CRUZ
I
La moneda baila en el aire
y en su jugueteo
van mis ruegos
para que de una vez por todas
me sonría.
II
En esta parte del mundo
difícil es llegar a completar
el almanaque
los días acusan su pan diario.
EL ADIÓS
a la memoria de Silvia Picat
La orquesta está reunida
para la función
de todos los días
nadie sabe
que ella escucha,
que por su boca salen palabras
que nadie ve;
es su último baile
al filo de las horas
CASCARÓN
El hijo ya casi está en su punto,
mientras tanto me pregunta
de qué colores son los caminos
si el lago parece un mar
si hace frío
aquí afuera,
de a ratos intenta darme unas patadas
pero sólo golpea su lugar.
Le digo entonces que no me juzgue
que no espere mi regreso
y comience a dar sus primeros aires.
Que la vida lo espera,
que hay bellos colores
y que hace mucho frío.
MOCHILA
Los objetos personales
no son muchos:
una pluma
las manos
los ojos de mi madre
la risa de los ángeles,
el barrio dispersándose en mis uñas,
una bicicleta mágica,
algunos amigos
y algún que otro dolor.
Poemas publicados en La tristeza en mis Bolsillos,año 2002.
Hola mis estimados amigos, aquí les presento al segundo libro que publiqué en Salta, en el año
2001 y editado por tunparenda.
La tapa la realizó una plástica mendocina, Liliana Díaz, el diseño interior lo hizo Victoria Torres.
Tiene en la contratapa unas palabras del maestro y poeta Carlos Hugo Aparicio. Este libro obtuvo una mención en el concurso de cuentos organizado por la secretaría de cultura de la provincia de Salta año 2000.
Este libro fue presentado en Salta por los escritores Carlos Hugo Aparicio y el amigo Francisco Zamora, vaya un abrazo a su memoria.
Les transcribo dos cuentos:
EL REGALO
a mi tata
De chico me encantaron las sorpresas, pero era difícil tener una. Así que me iba con algunos amigos a ondear un poco o a caminar las tardes.
Tratábamos de atrapar los días, los poníamos en jaulas.
Atrapé los días yendo al agua limpita; Cocó! Vení tirate en esta parte que está mas hondo. También las pescas de soles que hacíamos cuando íbamos al río. Las tardes de fútbol todavía las tengo, de hecho hace dos días jugué y empatamos un partido que lo teníamos ganado. Pero a mi alrededor hay fantasmas que me siguen por donde voy y me machacan de rato en rato.
Pienso en mi barrio; llega mi viejo en su bicicleta (atrás trae el fuego dormido y adelante, en su frente, tiene un aserrín amargo que le pica y se le mente en los ojos) Papí que me has traído. Nada papá. Falta un poco para el cobro.
A fin de mes paga las cuentas y tiene que hipotecar sus días por el que viene. Después llega borracho, putea, nos pega y se va para el baile; es Carnaval.
Con el tiempo no le pregunto nada, lo miro nomás. No veo la hora de ser grande. Sueño siempre con viajar, estar aquí y allá y en todas partes; No te preocupés viejita si no me voy para siempre, sólo voy al río, a la plaza, a casa de Daniel, a Bolivia. Bueno, no volvás tarde.
Se vienen las fiestas, y esperamos tener la mesa servida y el brindar por un año mejor.
Salgo un ratito a la calle para ver si viene mi tata, de lejos me gusta verlo. No era igual su forma. En sus hombros traía mis respuestas, supe que era para mí porque me sonreía.
Se acercó y la bajó; Cuidála, es tuya. Era azul, tenía las ruedas más brillantes que haya visto (sus rayos encandilaban, parecía un pequeño sol en la vereda de mi casa) En la rueda de atrás llevaba alas para que no me caiga. El manubrio, en la parte del mango, tenía serpentinas amarillas.
Me subí, calcé sus zapatos y eché a andar la estrella de la vida.
CORDURA
a Carlos Hugo Aparicio
Trabajo como casi todos. Creo que es la primera vez en la vida que me siento un desempleado aunque ya hace diez años me echaron a la calle.
Antes no lo sentía, con cualquier cosa me daba vuelta; plomería, albañilería o cualquier otro oficio. Mis manos jóvenes levantaban todos los días sus ojos y le peleaban a la calle. En más de una oportunidad tuve que ir a la Finca a cosechar bananas y tener por lo menos la fruta del mediodía.
Juro que mis hijos han tenido para comer. Siempre un jarro de mate había. Vengo del jarro de mate. El barrio me acunó la infancia y me pintó sonrisas.
Las tardes yendo al río, ir por el monte ondeando bumbunas, jugando a la pelota y haciendo otras tantas cosas. Todo eso me hacía feliz.
Nunca imaginé lo que mi padre debía hacer para llevar el plato a la casa, por supuesto que la mayoría de las veces bebía a la luna en los días de pago. Por eso la escasez en la casa duraba unos veinte días.
Desde esa época comencé a vender diarios, me daba vergüenza gritar diariooo tribunooo pero al cabo de unas cuantas veces se hizo piel en mi lengua. Mamá decía que no vaya; pero sabía que necesitábamos, así que no le hacía caso. Siempre regresaba a las once de la mañana, después de haber vendido mis primeros diez diarios. El verdulero me encontraba en la esquina, así que llegaba a la casa con un poco de frutas y verduras. A veces vendía unos cuantos diarios más y me alcanzaba para el medio de puchero; para la sopa y el guiso. !Cómo me gustan la sopa y el guiso!.
Ahora esta ciática no me deja doblar la espalda.
Soy un desempleado, desumbilicado del estado, fruto de la economía y de los lobos. Veintiocho años sirviendo (porque esa es la palabra justa) y sólo recibo unas cuentas de vidrio y diez mil sermones de cómo encarar la vida y poder hacer buenos negocios.
Que mierda saben lo que voy a hacer con lo mío. En realidad ya lo hice. Fui a divertirme al Bolichón, armé una gran pelea y menos mal que saqué el arma y le volé los sesos, era un hijo de puta que me miraba fiero.
Con cuarenta y tantos de años estoy desnudo frente al espejo con el revolver volando en mis manos.
Cuentos extraídos de Agua de Coco, ediciones tunparenda, Salta,2001
El libro del que les hablo aquí lo presento, tiene un dibujo de tapa
del plástico salteño Santiago Rodriguez y también dibujos interiores de este mismo amigo.
Originales y Diagramación de José Sergio Vega y la Supervisión a cargo del poeta Raúl Eduardo Rojas.
El Prólogo del libro estuvo a cargo del Poeta Jesús Ramón Vera.
Algunos poemas:
PACTO
a Jesús Ferreyra
Amigo una noche más
robo
en los desvarios
de tu vida.
En tu vaso de vidrio
vacio
transparente y empedrado
derramo un hombre.
MEMORIA
a los miles de desaparecidos
No han borrado los nombres
ni el andar descalzo
desnudando el alma.
Por las aceras y refugios
sin vueltas
ESTOY INSCRIPTO.
Tejer de a poco la lápida
con la aguja terminal del genocidio
o a expensas de las palas
aún con los pulsos
entre sus tierras.
Sostener muros con las manos de espaldas
a los dedos de la muerte.
Deambular sin horas
buscando el escape
y arañar eternamente los vestigios
de las sangres laceradas por la locura.
Los NOMBRES posesionaron al tiempo
NO HAY OLVIDO.
PROCESION
a Carlos Hugo Aparicio
Que difícil
llevar un lápiz,
hacerlo morir
y reir.
Sostener el peso.
POEMAS PUBLICADOS EN SALTA EN DICIEMBRE DE 1997, presentaron el libro Carlos Jesús Maita y Jesús Ramón Vera.
Comenzaré a contar que mi primer libro, Derramo un hombre (poemas), salió publicado hace prácticamente 12 años (1997), lo editó tunparenda ediciones. Una editorial que nutre de poesía al norte del país de donde soy, Salta- Argentina.
La editorial le ha dado voz a los poetas que no pueden hacer su publicaciones por su cuenta y siempre para la conformación de un libro se recurre al aporte de los amigos que se dedican a la impresión y a la corrección de las trabajos de imprenta. El autor generalmente pone todo lo que se refiere al papel y la tapa. La editorial es del poeta Jesús Ramón Vera.